domingo, 21 de junio de 2009

EL CUARENTA Y UNO (1956)


LO QUE LA GUERRA MATA

Cada vez que veo una película de la época soviética, me encuentro con una nueva joya, simplemente es increíble ver el nivel artístico de estas películas, la fotografía, los encuadres, movimientos de cámaras, que son de visión obligatoria para cualquier estudiante cine, sin realmente increíbles, lo que podían hacer con la cámara, hace mucho leí un comentario sobre el producto más importante que vende de los EEUU, y este es el cine, porque no sólo vende las películas, sino también forma de vida, mostrándonos a una gran potencia mundial, y esto es lo que entendían en el régimen soviético, que la mejor propaganda de su régimen es a través de las películas, es por eso el gran trabajo y dedicación que tenían para hacer las películas, en algunos casos prodigiosos a nivel cinematográfico, en cuanto a su temática, es un tema que no es pertinente hablar cuando se valora una película.

Su título original Sorok pervyy, es la primera película dirigida por el extraordinario Grigori Chukhrai, es un director que le daba una gran importancia a las imagenes, el uso de las luces y sombras, pero no por un simple recurso ornamental, sino que la historia lo requiere, transmitiendo con las imagenes lo que no se puede transmitir facilmente con las palabras, basta recordar una las escenas de su obra maestra Ballada o soldate, con tan solo ver el intercambio de miradas entre sus protagonistas, se puede entender el amor que esta naciendo entre ambos, es la sutileza de las imagenes, es el golpe emocional, la economía de las palabras para contarnos una historia.



La historia tiene origen en los primeros años de la Revolución rusa, en donde se enfrentan bolcheviques contra zaristas, la soldado María Filatovna, es una de las mejores francatiradoras del ejercito revolucionario, especializada en matar oficiales, teniendo en su cuenta cuarenta de ellos, su escuadrón esta cruzando el desierto para regresar a su base, pero se darán cuenta que su travesía es casi imposible de cumplir, hasta que encuentran a unos nativos con sus camellos, por lo que decidirán pedir ¨prestado¨ por la causa de la revolución, encontrándose con ellos un oficial zarista, el teniente Nikolayevich Govorkha, que tiene un importante mensaje que dar a sus superiores, por lo que sera tomado prisionero, encargando de su custodia a María.

En el trayecto, los camellos serán robados, siendo un hecho trágico para los soldados, encontrándose en medio del desierto, es así, que se inicia un largo recorrido, donde cada paso será una lucha por su supervivencia, una batalla que no quieren perder, su director logra en estas secuencias una de las mejores escenas sobre el desiertos hasta la fecha, utilizando una fotografía a color, en donde predomina el gris, los demás colores serán opacados por el desierto, el uso magistral de la luz y sombras, mostrándonos un desierto despiadado, que no da concesiones, siendo el protagonista en esos momentos, es el enemigo a vencer.

La parte inicial es la más destacada de la película por las razones antes mencionadas, después cambia al lado romántico entre el oficial zarista y su captora, es aquí que tal vez uno pueda ver un cierto desbalance en el film, pero justamente el romance es su historia central, en donde dos personajes totalmente opuestos, son obligados a convivir y conocerse, surgiendo el respeto y el amor entre ellos, la guerra es dejada de lado, olvidada por ambos, la película trata de ser una reconcliación entre ambos bandos, ya que al final pertenecen y aman a la misma patria, teniendo un final duro y trágico, con un mensaje que todavía retumba en mi cabeza, un film imprescindible y recomendable, que motiva más para seguir descubriendo más películas de la era soviética.

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